Una fundición de cañones clausurada por Felipe V servía como ampliación de la Real Fundición de Artillería y Refino de Metales, una fundición dedicada al armamento y en especial a la fabricación de cañones.
La victoria del bando Borbónico de Felipe V prohibió que la fundición de cañones continuara fabricando armamento militar, así que se tuvo que reconvertir, y lo hizo para fabricar campanas. De ahi salieron las conocidas popularmente como la Tomassa y la Honorata (actuales campanas de la Catedral e Barcelona)
De las campanas al dinero. A mediados del siglo XIX se convirtió en sede del Banco de Barcelona. La experiencia fue mas bien corta, en 1920 desapareció por quiebra.
Años después el edificio albergaría la Comandancia General del Cuerpo del Somatén. El Somatén fue una organización parapolicial formada por civiles que tenia como objetivo defender los intereses de los terratenientes y propietarios y repeler los ataques de los movimientos extremistas.
Al finalizar la Guerra Civil el edificio paso a ser propiedad del Ministerio de Defensa, que lo utilizo como dependencias militares.
En el estuvieron los juzgados castrenses, varias oficinas y una farmacia militar.
Hoy se encuentra totalmente abandonado a la espera de que se le encuentre un nuevo uso que dificilmente estará a la altura histórica de su trayectoria
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